lunes, 1 de agosto de 2011

A propósito de "El origen del problema"

Podría estar escribiendo sobre este corto durante tanto tiempo que os causaría pavor imaginar lo que me enrollaría si se tratase de un largo. Muchos ya saben los datos más populares, o los pueden conocer (espacio de auto promoción) comprando el documentado y ameno libro sobre mi obra (glups, cómo suena eso) al que se hace referencia en otro apartado de esta web tan estupendamente diseñada por mi amigo Javier Culebras.
Por ello, he creído más conveniente dedicar este espacio a comentaros aspectos nunca antes (es un decir) revelados al gran público; o sea, esas afortunadas personas que no tienen que aguantar en directo mis batallitas.
El motivo que me llevó a escribir el guión fue un concurso organizado por la Escola de Imaxe e Son de A Coruña; en cuya anterior edición yo había sido uno de los ganadores con el corto “Mátame unos cuantos”. Pues bien, resulta que “El origen del problema” no corrió la misma suerte. Los avezados analistas me dijeron que la historia no funcionaba, que la estructura carecía de cimientos, que los diálogos…..y yo, reafirmando mi autoestima, me puse a revisarlo con la lupa más objetiva y le añadí una coma. Juro ante John Ford que todos los cambios se redujeron a una coma, o sea, algo como esto: ,    
Un mes más tarde, estando en la Productora Samarkanda, mis buenos amigos, Juan Vicente Córdoba y Antonio Conesa, me dijeron que les gustaba bastante y que ellos me lo producirían. Sólo me sugirieron que debería anticipar (y con ello, justificar) de alguna forma la actitud tan radical de Jaime Puga, el protagonista. Agradecido (por la sugerencia y porque quisieran producirlo) me puse manos al teclado y así nació la secuencia- prologo, en la que, por cierto, uno de los municipales es Vicente Córdoba, padre de Juan Vicente.
El proyecto obtuvo  subvención del ICAA (el primero de mis tres únicos cortos subvencionados), y como se suele decir, la maquinaria se puso en marcha. Samarkanda me ponía el equipo técnico y yo tenía que buscar a los actores. Para el principal papel secundario (y lo de secundario es muy relativo) me decanté desde el principio por un actor de Lugo que se llamaba Luis Tosar. Había trabajado en mi largo “Ni en sueños” (1994) (su personaje se llamaba Gordon Flynn) y en el corto “Mátame unos cuantos” (1995) (¡ hacía de motero ¡) habiéndome dejado (al igual que a todos los presentes) totalmente cautivado con un talento que me parecía a prueba de bomba. Ellos quizá lo han olvidado pero recuerdo que me costó un poco convencer a Juan Vicente y a Antonio de que podían confiar en mi elección. Sólo me pusieron una condición: el prota tenía que ser conocido, o por lo menos, tener algo de nombre.
Comenzaba la cuenta atrás, y yo no tenía muchos contactos en el estrellato audiovisual de este país (ni de ningún otro), pero, de repente, descubro, o alguien me dice (perdón si he olvidado quién me lo dijo) que en la sala Alfil se estaba representando la adaptación española de “Trainspotting”, y uno de los actores era Nancho Novo, el actor coruñés al que yo conocía desde el 81 cuando ingresé en la Escuela de Arte Dramático, cuando estaba en la Plaza de Ópera. Él ya llevaba un año allí (si no me equivoco) y yo tardaría sólo unos meses en ser expulsado por involuntaria indisciplina.
Me acerqué al teatro, me atendió con cariño (gracias, Nancho) y me prometió leer el guión y contestarme cuanto antes. Esa noche, después de la función, él tocaba con su grupo “Castigados sin postre” en ese local de la zona de Luchana cuyo nombre ahora no recuerdo. Cuando unas horas más tarde llegué a casa de Antonio Conesa (dónde fui afortunado huésped durante mucho tiempo) me encontré un mensaje en el contestador en el que Nancho, entre función y concierto, me daba las gracias y me decía que él era el protagonista de “El origen del problema”.
Los otros dos papeles fueron para las maravillosas María Reyes (por entonces, María Seyer), que como directora se ha llevado el Goya por su corto “Una caja de botones” (Bravo, compañera!), y para Alicia Agut, una señora actriz cuyo oficio y saber estar deberían servir de modelo a muchas otras con más renombre.
El rodaje tuvo lugar en la segunda semana de Diciembre del 2006, y lo más heavy que recuerdo es el hecho de que Nancho Novo (máquina total) seguía con la obra, después se iba a rockanrolear y al amanecer, uno de producción pasaba a recogerlo para llevarlo a Alcalá de Henares o a Colmenar Viejo. Si alguien se atreve a dudar que Mr Novo es un artista de raza, que pruebe a realizar tres disciplinas diferentes cada día, realizando cada una a la perfección. Algún crítico ocurrente me llegó a decir: “En esta peli, Nancho Novo les va a gustar incluso a los que no les gusta Nancho Novo”.
Pasada la Navidad, llego, obviamente, el año 97, pero en sus alforjas, traía, en un principio, malas noticias para mí. Debido al mal tiempo que acechaba a cada momento, a la prisa obligada, al espacio reducido del interior en Alcalá (Primera lección: además de la puesta en escena, también tiene que haber espacio holgado para las luces y el resto del equipo), y sobre todo a mi peligrosa mezcla de entusiasmo e inexperiencia, la mayor parte del material resultante no estaba a la altura de lo que prometía el guión. La tierra se abría bajo mis pies, pero Juan Vicente y Antonio, además de ser buena gente, me demostraron que, más que productores al uso, ellos eran (y son) artistas. Y lo hicieron, REAGALÁNDOME otro rodaje, que tuvo lugar en Febrero. Esto es algo que muy poca gente sabe, y me parece muy curioso que hasta ahora, después de ninguna proyección (posiblemente, muchas más de cien) nadie me haya preguntado por qué en los créditos finales hay muchos cargos que aparecen con dos o más nombres. Hay 2 directores de fotografía, hay 2 técnicos de sonido, ¡hay 3 scripts!, etc, etc. Lo que más me satisface es que, para el que no lo sepa, es imposible distinguir lo que fue rodado en Diciembre o en Febrero. Y perdonad mi presunción, pero si me gusta este detalle es porque en “El origen del problema” hubo dos equipos y un solo director.
Del segundo rodaje recuerdo especialmente dos cosas ocurridas en el interior de la casa del prota; ahora sí con mucho espacio. Hay un momento, en que Luis Tosar se levanta del sofá en el que está sentado y le suelta unas cuantas verdades a Nancho. En cuanto terminó la toma, el equipo continuaba en silencio, totalmente impresionado por el derroche de talento que acababan de presenciar, y unos cuantos se acercaron para preguntarme cómo se llamaba ese crack con acento gallego.
La otra anécdota es que comenté que me parecía extraño que esa casa, tan grande y tan céntrica, se hubiera podido alquilar para un rodaje; o sea, que lo más lógico es que hubiese estado alquilada o comprada para vivienda u oficina. Mis dudas se disiparon cuando alguien del equipo me contó que allí dentro había tenido lugar la matanza de los abogados de Atocha. La vida te da sorpresas……
El primer festival al que concurrió fue el de Alfás del Pi, y ya nos llevamos la primera gran alegría. Nos habían concedido el premio al mejor actor para Tosar, y el de mejor guión. Era fantástico, pero resultó que aquel año, el Festival había decidido invitar sólo a los cortometrajistas premiados; una decisión triunfalista que anulaba la gran oportunidad que se brinda en los festivales para hacer contactos y trabar amistad (o lo que sea) con colegas que no son de tu barrio. A Juan Vicente y a Conesa los había conocido en San Roque unos cuantos años atrás. Viendo el elitista panorama no me presenté para recoger el premio, y por si fuera poco, le pedí a Luis que él hiciese otro tanto, y el pobre se quedó sin recoger el primer premio que le daban en su vida. Su inmenso talento y el tiempo se han encargado de compensarlo con creces.
Tranquilos, ya falta poco para el final. Cómo ya habéis leído, en Alfás me dieron el premio al guión, y poco después me lo volvieron a dar en Elche. Allí sí que fui a recogerlo, y en el viaje no podía evitar acordarme de aquellos que me habían sugerido lo que podía hacer con mi guión. Gente que, por cierto, me felicitaron cuando se estrenó en Galicia. Así son las cosas.
En Elche también me llevé la maravillosa sorpresa de recibir el premio del público, pero, como me cogió tan desprevenido, y yo ya había soltado mi “divertido” discursillo para recoger el premio al guión, no se me ocurrió otra cosa que, con permiso de la homenajeada Imperio Argentina, ponerme a cantar “Love me tender”, y no es por tirarme el farol (tengo muchos testigos), pero la ovación inundó todo el palmeral de Elche.
Por último, al año siguiente, aluciné cuando lo seleccionaron en Clermont-Ferrand, que era algo así como la Champions League, y el último día del festival estuve a punto de levitar al saber que se había llevado el Grand Prix du Public; sobre todo, porque entre ese público estaban los más de 2000 profesionales que allí se congregan provenientes de todas las esquinas del planeta Tierra. Ah, y como los nervios volvieron a secuestrar mi cerebro, mi corazón tomó el mando y me puse a cantar un famoso estribillo de Elvis : “Wise men say, only fools rush in, but I can’t help Clermont-Ferrand on me”. Acabé de rodillas sobre el escenario, y al año siguiente, el festival tuvo una sección dedicada a cortos que tuviesen algo que ver la figura de Elvis.
Todo esto, y mucho más, queridos internautas,                                                  se esconde tras “El origen del problema”.

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