jueves, 6 de octubre de 2011

Yo no estoy copiando, señorita.

No pretendo ser un lumbreras, un listillo que mira por encima del hombro, ni, mucho menos, alguien con poderes extrasensoriales, pero quiero aprovechar este blog para comentaros mi punto de vista y mi perplejidad ante el escabroso asunto del plagio.
Para empezar, lo que más me llama la atención es que, de vez en cuando, detecto fenómenos extraños, y si los llamo “extraños” es porque siempre tiene que pasar mucho, muchísimo, tiempo hasta que escucho o leo que otras personas piensan lo mismo que yo.
Comenzaré con dos ejemplos, en este caso, musicales. Cuando era un chavalín, fui testigo (junto con el resto de España) del nacimiento del mítico grupo Tequila. Pues bien, en cuanto los vi por primera vez en la tele, al instante, les encontré bastantes similitudes con los Rolling Stones: su pinta, su ropa, sus pelos, su actitud y su caña rockanrolera con estribillos pegadizos y propensos a convertirse en fáciles himnos de juventud. Hasta aquí, todo normal, pero, la verdad, amigos, es que nadie, por entonces, me daba la razón, y tuvieron que pasar unos cuantos años para que el menda pudiese encontrar un reconocimiento “oficial” de las múltiples referencias “stonianas” de la banda de Alejo Stivel y Ariel Roth.